Vol.I: KILL THE HIPSTERS

Por petición popular, y porque en El Volumen de la Armonía somos todo amor, comenzamos hoy un serial en el que analizaremos las tribus urbanas y os desentrañaremos, desde el punto de vista estético, todas sus peculiaridades. Os lo damos todo mascadito para que, si os quereis convertir en preppie, hipster o choni lo hagáis como Dios manda.

Aunque el tema sea algo tópico y manido, hemos visto necesario el tratar esta cuestión ya que, en los últimos años, son numerosas las tribus urbanas que han florecido en las grandes ciudades. Y qué mejor comienzo que hablaros de la que más está de moda: LOS HIPSTERS. O, españolizando el término y adaptándolo al lenguaje castizo, los MODERNOS. El término modernidad implica la adecuación al momento actual y esto se aplica, cómo no, al estilo.  Es usual ver en los hipsters atuendos extraños que asustarían al mismito diseñador de Desigual.  Pero a ellos les gusta, que es lo importante.

Antaño, la marca nombrada era insignia de los modernos, de los progres. Pero el patchwork ha pasado a mejor vida. Reconocerás a los modernos por lucir ropa carísima que parece sacada de un hospicio más que de una boutique. A la hora de elegir sus prendas, suelen elegir pequeños comercios en los que buscan artículos únicos, artesanales y buena calidad. Son amantes de la ropa retro y  vintage. Por esa razón son ávidos busca-gangas en mercadillos de medio mundo. (véase Camden). A los hipsters les encanta lucir prendas artesanales hechas por ellos mismos, ya sean bufandas de punto o bolsos de tela.

Tienen buen gusto, sí pero, a la hora de combinar prendas, surge el conflicto. Vale, se llevan los creepers, los borsalinos, las faldas largas y las chaquetas vaqueras. Pero no todo a la vez. El modernismo llega a su culmen si juntamos las mezclas estrambóticas con la androginia. Es entonces, queridos amigos, cuando un nuevo hipster nace. Desde los escoceses, ningún hombre se había atrevido a usar falda pero, de repente, Marc Jacobs va y la pone de moda. ¿Resultado? Los hipsters del mundo lo ven como un símbolo de originalidad y cambian sus jeans por unas midi-skirt. Aparte de las faldas, los chicos del siglo XXI también son aficionados a usar shorts vaqueros, bolsos o camisas transparentes. Como las chicas, vaya.

El perfil de los modernos, tanto chicos como chicas, podría ser el siguiente (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia):

CHICOS:  Pantalones tobilleros, camiseta de algodón con algún print, camisa de franela de cuadros, gabardina, bolso de tela, gorro de lana y gafas. LAS GAFAS SON IMPORTANTES. Siempre de pasta.

CHICAS:  Leggins o pantalones pitillo, vestido floreado, jersey de punto de color flúor, pañuelo estampado en el cuello, botas militares y bolso hecho por ella misma.  Seguramente, en el bolso haya un print de un bigote.Un bigote enorme y negro que, de no estar en el bolso, estará escondido en forma de anillo o colgante.

Dejando ya a un lado los estilismos, hablamos de un grupo que, culturalmente, es muy activo. ODIAN EL MAINSTREAM. Y eso lo aplican a todo: radio, música, libros, cine y tiempo libre. La música indie se identifica a la perfección con esta subcultura urbana ya que, al igual que ella, huye de la alienación, buscando su propio estilo y lugar en el mundo. Los hipsters, además de seguir a grupos que no conoce nadie y que tocan en pequeños antros dejados de la mano de Dios, son aficionados a la música electrónica. Si, electrónica, pero no un ‘pumba-pumba’ al uso, sino un producto más elaborado, con más bajos y más ritmo, el conocido DRUM&BASS. Salas de referencia en España para este tipo de música son Zombie y Twist donde acuden miles de modernos a mover el esqueleto.  Respecto al título de este post, KILL THE HIPSTERS, no es que odiemos a los modernos, es que es el nombre de un grupo de Dj’s que los mismos hipsters escuchan. Incomprensible.

Pero no todo es fiesta para los modernos. Sobre todo a los maduritos, los antiguos progres, tienen planes de ocio más alternativos. Una tarde de domingo perfecta para un moderno sería  salir por La Latina a tomar unas copas de vino después de ir al cine a ver una película uzbeca en versión original.  Ojo, sin acritud. Que a mí me gusta el cine en V.O.  Pero en uzbeco no lo entiendo.